Si hay algo en lo que la publicidad de productos alimenticios incide en los últimos tiempos es en la obsesión por los alimentos saludables, y ahí leemos sin parar las palabras aceite de oliva y omega-3.
No nos engañemos: a la industria alimentaria la salud le importa tanto como beneficios deje en su cuenta corriente, así que cada cual se crea (o no) la sinceridad y la ética de esos envases con un omega-3 rotulado bien gordo en ellos.
Pero, esta vez, el agua del río que suena baja limpia, porque no te mienten y la relación entre aceite de oliva y omega-3 es estrecha, como vas a ver.
El omega-3 es bueno para tu salud
Aquí no te engañan: el omega-3 es, en bruto y así soltado, bueno.
Pero… ¿Qué es eso de omega 3? ¿Una galaxia muy muy lejana? ¿Un nuevo modelo de Volvo? ¿Un combo del Street Fighter 2?
Los tres principales ácidos grasos omega-3 son el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). Todo ellos son básicos en las membranas que recubren cada una de nuestras células y nuestro organismo no lo produce en demasía, de ahí que necesitemos de su ingesta a través de alimentos para reforzar nuestras cantidades.
Hazte la idea de que el omega-3 te ayuda a mantener unas conexiones neuronales en buen estado, además de ayudar a regular tu función cardiaca. O sea, el omega-3 va a ser bueno para tu cerebro y tu corazón.
¿Dónde encuentro omega-3?
Hay varios alimentos que contienen omega-3, siendo el pescado y las nueces los más conocidos. Y atención, pues también lo encuentras en verduras como el brócoli y eso no se publicita tanto.
Nuestro querido amigo, el aceite de oliva, también contiene omega-3, si bien en cantidades no tan altas como el atún, el salmón o la caballa. Pero si consumes uno de estos pescados aderezado con un buen AOVE, ya te puedes imaginar que estarás consumiendo tus buenas cantidades.
Aceite de oliva y omega-3: el perfecto matrimonio
Junto a las ya consabidas vitaminas y grasas insaturadas que ya contiene, el aceite de oliva y el omega-3 ayudan a nuestro organismo como antioxidantes y confieren un efecto antiinflamatorio. Te dejamos un link que habla (eso sí, en inglés) de la actuación del omega-3 contenido en el aceite de oliva en nuestro organismo para justificar lo que te estamos contando.
La protección y regeneración celular es otro de sus beneficios, así como la regulación del colesterol, aumentando el bueno (HDL) y reduciendo el malo (LDL).
De esta manera su trabajo en la prevención de enfermedades cardiovasculares es muy importante. Pese a que los estudios todavía no demuestran concluyentemente que el omega-3 mejore la función cognitiva de las personas que lo toman de forma habitual, sí tiene un efecto positivo en el cuidado de nuestras redes neuronales.
Si no quieres gastarte una pasta en suplementos alimenticios de omega-3 y buscas consumirlo de la manera más natural posible, el aceite de oliva y el omega-3 van de la mano. No se nos ocurre forma mejor de enriquecer y proteger nuestra salud.